En el año 2012 llegará el fin del mundo, esto se acaba, es el colapso planetario.
A muchos les gusta escuchar esto. El público, o al menos la parte más ruidosa del respetable, atiende menos si afirmo que son una tontería todas esas profecías catastróficas que hablan de ciclos, de terribles desgracias, de que hay un mayor número terremotos y volcanes activos en los últimos tiempos, de tormentas solares que van a colapsar las comunicaciones; si digo que todo eso es falso incluso se enfadan conmigo. Pero es que en el fondo uno tiene la sensación de que a veces se prefieren los malos augurios a los buenos presagios. De esa debilidad humana se aprovechan algunos.
Ahora lo hacen con las profecías del 2012 como en su momento lo hicieron con el efecto 2000 o con las visiones de Michel de Nôtre-Dame o Miquèl de Nostradama, o como le llamamos todos Nostradamus.
Los augurios sobre la economía a veces no suenan tan distintos a estos dislates. Aquí la cuestión es que no pocos son conscientes de eso. Fomentan el miedo, los malos augurios, patrocinan las malas noticias y con ello acaban convirtiendo a la sociedad en un nido en donde se acepta lo negativo, lo pesimista, lo catastrófico por encima de otras cosas y consiguen incluso contagiar a la realidad de su obsesión y transformarla.
La esperanza en el futuro siempre será nuestra bandera, un día como hoy en el que unos cuantos salen al escenario para demostrar que más vale suerte que talento – y encima suerte efímera, porque los dados están en manos de manipuladores-, me gustaría ilustrar lo que comento, hablando de lo que decían dos cantantes de verdad.
Uno de ellos es Marilyn Manson, su nombre es un pseudónimo que combina dos iconos arquetípicos: por un lado Marilyn Monroe, la luz; y por otro Charles Manson, la oscuridad. Decía el músico que su nombre artístico representa como el bien y el mal son parte de nuestra naturaleza, sin embargo, señala sorprendido que la gente solo le pregunta por su mitad oscura y que nunca quiere descubrir la mitad luminosa que esconde. Es una conclusión pesimista pero varada en la realidad: a veces para triunfar te obligan a abrazar lo malo, lo catastrófico, lo apocalíptico; al hacerlo puedes llegar a lo más alto, pero en contra de lo que muchos creen, estar arriba no es siempre lo mejor. Otro cantante que les daría sopa con ondas a todos los que ayer han estado haciendo cosas pequeñitas, Kurt Cobain decía que “la diferencia en este mundo tan postizo entre ser el numero uno y el numero dieciséis es que a los primeros hay más gente besándoles el culo”, que “lo importante, aunque no sea tan exitoso y tan laureado, es que sigamos nuestro camino y persigamos nuestros sueños”. Ese es el éxito de verdad seas el número uno, el dos o el dieciséis. A algunos se les encumbra por lo que representan, no por lo que son y la realidad es que hoy ser negativo y asustar puede ser más positivo para el éxito.
domingo, 30 de mayo de 2010
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Buenisimo... no sabes cuantisima razon tienes!
ResponderEliminarEres un genio duato, no se como eres capaz de poder expresar esas conclusiones que mas de uno pensamos sin llegar a conceptualizarlas jamas...
1abrazo jefe!
Hombre gracias, nunca te había visto por aquí.
ResponderEliminarA ver si te pones a escribir algo tu.
Bueno, había perdido tu senda, pensando que estabas muy atareado con los exámenes, pero me alegro de leerte de nuevo.
ResponderEliminarEs un tema de siempre, de fondo. El mal tiene siempre esa delantera de lo escandaloso, que te coge por el cuello y reclama toda la atención, y ya. Mientras que el bien a menudo susurra para que bajemos los decibelios de las altavoces del propio yo y podamos descubrir lo que no somos nosotros. El hechizo hipnótico del desastre debe ser desactivado con los pequeños brillos del bien.
Lo malo es que parece que en nuestro mundo de hoy eso cuesta.
ResponderEliminarPero bueno, ya veremos que ocurre. Mientras seguiremos escribiendo.
¿Cómo? Hum, me da la sensación de que te estás pasando al enemigo, ¡ese optimismo!
ResponderEliminarJajajaj, era un juego de palabras con el contexto.
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