viernes, 28 de mayo de 2010

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Las vísperas de unas grandes fiestas, es el cumpleaños de mi sobrina y veo a su hijo con los demás primos con un globo jugando y riéndose. No puedo quedarme ahí, tengo que reflexionar:

“Me encanta botar, desde siempre he botado, es lo más divertido: con la pelota de futbol, baloncesto, tenis, tenis de mesa…, hasta golf y globos. Igualmente, en verano, botaba en las camas elásticas con esfuerzo y sudor.
Son tiempos de botar, de reírte, de jugar, de pasarlo bien porque estas botando, las cosas van bien.
A medida que creces vas cambiando y el botar también cambia, ahora botas un gran barco al océano con esfuerzo y sudor (como ha cambiado ese esfuerzo y sudor que antes hacía que lo pasase en grande); si eres capitán, botas el barco a babor, incluso si botas mal en los dos sentidos anteriores, te pueden botar del trabajo.
Como han cambiado las cosas, antes de tener 18 años parecía que botar me daba alegría, ahora solo puede darme… problemas. Tengo que ir a que me miren pues tengo dolores en el cospedal, llamazares en el estómago y también me he clavado diez rosas grandes y duras en Lleida; además por si fuese poco, estamos en Navidad, no voy a poder comer, y tengo que ir al zapatero porque tengo el 20% del zapato roto, desempleado y el bono me ha caducado. Y no queda ahí, para más inri, los borbones se me han deshecho, ya no sirven – aunque de esto la familia ya se daba cuenta desde hacia tiempo-.
Total: que he botado todas las ganas de votar.”

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