Hoy, de 25 de diciembre, es el día perfecto para hablar de ello, del origen de la Navidad, de las Saturnales. Porque la Navidad es una transposición que hicieron los judeocristianos de la fiesta romana.
Todo comenzó cuando los romanos empezaron a celebrar, en torno al 21 de diciembre, el nacimiento de la luz, el fin de las tinieblas que se producía con el solsticio de Invierno. Junto a esta celebración también se festajaba el mito de Saturno, dios patrono y benéfico.
Recordaban con esta fiesta la epoca en donde todos los hombres convivían sin diferencias sociales, en igualdad. Se celebraba preferentemente los días 17-19 de diciembre y en esos dias el Senado no se reunía, los jueces, abogados y niños tenían vacaciones y se celebraba un lectisternium, es decir, un gran banquete.
Con el paso al Principado, algunos princeps extendieron la fiesta hasta el 23, 24 incluso 25 de diciembre para granjearse el favor del populo, como hiciera Calígula. Esta fecha de 25 de diciembre es particular pues ese mismo día, en una cueva y rodeado de pastores nació Mitra, dios de origen persa que fue adoptado por algunos sectores romanos en torno al 60 a.C. ó 690 a.v.c.
Pero ese es otro tema.
En cuanto a las reuniones, estas tenían una serie de reglas. En primer lugar, por sorteo, se elegían una especie de princeps Saturnalicius que eran los jefes encargados de guiar la fiesta dando todo tipo de órdenes a los asistentes, órdenes que conforme avanzaba la noche y conforme aumentaba el alcohol en sangre iban convirtiéndose en mandatps que rozaban lo absurdo. Licor y dados nunca faltaban como elementos de fiesta y alegría.
Se reunían principalmente las familias sometidas en torno al pater familias, ya hubiese sido mediante patria potestas o manus y entre ellos se hacían regalos, abundando los sigillaria (gladiadores articulados para los niños).
Cabe destacar que en estas fiestas los esclavos eran considerados como iguales a sus señores, desapareciendo de forma interina su status de objeto patrimonial. A ellos se les daba también regalos, comían de la mesa de su señor, jugaban y eran vestidos con vestimentas que los identificaban como hombres libres, es decir, los pilei o sombreros cónicos. Tal fue esta importancia que se les denominó como "Fiesta de los esclavos".
Los buenos regalos, como el oro y la plata, se llamaban xenia (con el tiempo se llamaron apophoreta) e iban acompañadas de unas dedicatorias.
Con el tiempo, y como sucedía aquí antes de la crisis, la fiesta se convirtió en un honor al dios Consumo y gente como Séneca aconsejaba a sus estoicos austeridad en estas fechas.
Para entender lo que somos ahora es preciso saber lo que fuimos antes, como decía Caro Baroja: "las grandes prácticas y las teogonías superiores clásicas, por su misma naturaleza, desaparecieron. Aunque solo se mantendrían para ser reinterpretadas por un lento proceso de conciliación en el cristianismo".
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Feliz Navidad, Nicolás. Un abrazo, Rafa.
ResponderEliminarIgualmente, disfruta de estos días.
ResponderEliminarUn saludo.